El término TEPT engloba dos aspectos bien definidos: por una parte, una respuesta de estrés que naturalmente es patológica, y por otra el trauma. El acontecimiento traumático provocará una demanda para el organismo y dependiendo del contexto biopsicosocial del sujeto, los mecanismos de adaptación serán suficientes o insuficientes para poder conseguir una estabilización en un determinado lapso de tiempo y a un determinado costo para esa persona.
En una pequeña proporción de los enfermos el trastorno puede tener durante muchos años un curso crónico y evolución hacia una transformación persistente de la personalidad. Existen dos líneas principales de tratamiento: la psicoterapia y el tratamiento farmacológico. Aunque el tratamiento psicológico se ha postulado como el tratamiento de primera línea en algunas guías, esta propuesta frente al tratamiento farmacológico ha versado en hallazgos indirectos, siendo necesarios estudios metodológicamente diseñados para aclarar este aspecto. La realidad clínica es que, como ocurre con otros trastornos psiquiátricos, el tratamiento suele ser combinado.
En relación con el tratamiento farmacológico, se ha demostrado un papel potencial del sistema endocannabinoide (receptores CB1) en la reducción de los síntomas depresivos y de estrés, así como las características emocionales y cognitivas del trastorno de estrés postraumático por lo que el cannabidiol (CBD) se ha propuesto como un tratamiento eficaz a corto plazo para personas con trastornos de ansiedad social y se encontró que el uso de CBD en trastorno de estrés postraumático se asoció con un cambio en la gravedad de los síntomas.